Por:
Aide Dávila
En la Sierra Alta del noreste Sonorense, donde los paisajes se extienden entren montañas, el transporte es más que una necesidad, es un lazo que mantiene unidas a las comunidades.
Aunque las distancias entre municipios como Moctezuma, Tepache, Bacerac, Huásabas o Bavispe, pueden ser largas y los servicios formales de transporte escasos, la movilidad se sostiene gracias a la organización local, la solidaridad y el ingenio de sus habitantes.
Camiones particulares, taxis, y hasta el tradicional “rayte” forman parte de una red comunitaria donde la gente se apoya para llegar a citas médicas, trámites o simplemente visitar a la familia. Lejos de ser una limitación, esta dinámica revela una forma de vida donde el apoyo mutuo todavía rige el día a día.
Para los visitantes que llegan a esta región, trasladarse por estos caminos rurales también es parte de la experiencia. Viajar junto a habitantes locales permite conocer historias, compartir paisajes y descubrir pueblos que resguardan tradiciones vivas y hospitalidad genuina.
En cada viaje entre comunidades, la movilidad rural no solo transporta personas, lleva productos locales, cultura, saberes y afectos. Así, entre carreteras, paradas improvisadas y vistas panorámicas, se sigue moviendo la vida en la Sierra de Sonora.